Este artículo de Kit Holden apareció originalmnte en alemán en el Tagesspiegel

Joshua Field, originario de Birmingham, viaja desde hace años regularmente a Berlín para ver al Union. “Ver a tanta gente de tantos países aquí te hace sentir que no estás solo en esta locura”, dice. Lo que antes parecía imposible, hoy es habitual: Union ya no es solo un club de barrio, sino un fenómeno global.

“Union ya tiene más de 70.000 socios y cada año se suman más aficionados internacionales”, explica Alberto Doblaré, responsable de la comunicación en español del club. Junto con su compañero británico Jacob Sweetman, decidieron reunir a esa dispersa comunidad en un solo lugar.

El club organizó una reunión que congregó a unos 50 hinchas de al menos ocho países, de Noruega a México, en una tarde de primavera en Köpenick. Uno de ellos, Eric Grasser, sommelier en Washington D. C., viaja a menudo a Alemania para ver partidos del Union y pertenece al grupo “Welsh Union Kings”, aunque tiene raíces alemanas y danesas.

Otros no vienen de tan lejos. Araceli trabaja en la embajada de España en Berlín y llegó al Union por un exnovio. “Él ya no está. Yo sigo aquí”, dice. A su lado, Paco, también español, recuerda que tras veinte años en Berlín fue por primera vez al estadio esta temporada. “Soy del Atlético de Madrid, y el Union me recordó a mi infancia: gradas de pie, esa energía… Me enamoré otra vez”.

Alejandro Castro, argentino de Quilmes, lleva una década siguiendo al Union. Encuentra similitudes entre la cultura de grada alemana y la argentina. “Antes me preguntaban qué hacía un argentino aquí. Ahora es más normal”, comenta. Agradece que el club promueva encuentros como este: “Es importante salir de nuestra burbuja internacional y conectar también con los Unioner locales”.

Para Castro, lo esencial no es el éxito deportivo, sino el vínculo humano: “Vas al estadio, conoces a tus vecinos de tribuna, te alegras de volver a verlo tras el verano. Eso es lo más importante”.

La popularidad internacional del Union ha crecido con los logros deportivos, incluido su debut en Champions League. Ya hay libros sobre el club en varios idiomas, un fanclub oficial en Vietnam y hasta un grafiti gigante en Nuquí, una localidad colombiana.

“El club crece a todos los niveles, y sentimos que la comunidad internacional también”, afirma Doblaré. “Este solo es el primer paso. Queremos que haya muchos más encuentros como este”.