Cuando Francisco llegó a Berlín en 2019, el Union acababa de conseguir el ascenso a la Bundesliga. La capital alemana vibraba con la inesperada llegada de los de Köpenick a la máxima categoría. “Fue una locura, algo histórico para la ciudad”, recuerda.

En paralelo, él terminaba su licenciatura en psicología y empezaba a formarse como entrenador. Con el tiempo obtuvo la licencia UEFA B y, a mediados del año pasado, empezó sus prácticas en el Union. “Aprendí desde adentro, en distintas categorías, observando cómo se trabaja aquí”. Su esfuerzo dio frutos: en diciembre se integró oficialmente a la cantera del club. “Para mí es un honor estar aquí. Cada día aprendo algo nuevo y me motiva muchísimo el nivel de profesionalismo y exigencia que se respira. Es un sueño que sigo construyendo paso a paso.”

Hace un par de semanas, cuando el Union se enfrentó al equipo más en forma de Europa como es el Bayern, Francisco tuvo otra cita que le sirvió para rememorar todo lo conseguido. “En 2016 viví y estudié en Atlanta, iba al Mercedes-Benz Stadium a ver a los Falcons, al Atlanta United e incluso a la selección mexicana. Ahora estoy en Berlín y los Falcons vinieron a entrenar justo donde yo lo hago con mis chicos, en nuestras instalaciones del TZO.” El domingo 9 de noviembre, el equipo de Atlanta jugó contra los Indianapolis Colts en el Estadio Olímpico de Berlín, en lo que fue un curioso contraste entre la inmensidad de la NFL y el fútbol de barrio que representan los Eisernen.

Lo mejor de cada mundo

Francisco conoce bien las diferencias entre México y Alemania. “Aquí hay una estructura muy clara desde temprana edad: metodología, disciplina, análisis, seguimiento individual. En México hay mucho talento y pasión, pero a veces falta continuidad en los procesos.” Esa mezcla entre creatividad y rigor la ve como una oportunidad, no como una brecha. “Cuando un jugador mexicano combina su talento con disciplina y constancia, puede competir donde sea.”

Por eso colabora también con Global Football Exchange, un proyecto que busca abrir puertas para que jóvenes mexicanos lleguen preparados a Europa. “El talento está. Lo que falta es una preparación integral: idioma, cultura, disciplina diaria. En Alemania, el profesionalismo empieza muy temprano, y eso marca la diferencia.”

En su trabajo diario con las categorías inferiores del Union, aplica lo mejor de ambos mundos. “Siempre digo que la fórmula ideal es sumar la disciplina alemana con el corazón mexicano. Es una combinación ganadora.”

Un club especial en una ciudad especial

Preguntado por qué el Union es un club especial, no duda: “Porque tiene alma y comunidad. Es un club de barrio, de trabajadores, de familia. La afición reconstruyó el estadio con sus propias manos. Eso te dice todo.” Para él, entrenar allí va más allá del fútbol. “Aquí no solo formamos jugadores, formamos personas con humildad, disciplina y trabajo en equipo... Es un lugar muy auténtico.”

Su última frase no deja lugar a dudas de todo lo conseguido: “La vida da vueltas muy bonitas. Si mantienes la disciplina y la constancia, los sueños se alcanzan.”