El ladrón que se volvió leyenda
Historia: El capitán de Köpenick
El 16 de octubre de 1906, la ciudad de Cöpenick fue escenario de uno de los robos más insólitos de la historia alemana. Un hombre desempleado, disfrazado de oficial del ejército prusiano, se presentó en el Ayuntamiento y con mucho ingenio se llevó todo el dinero municipal. Su nombre: Friedrich Wilhelm Voigt. Hoy, más de un siglo después, una estatua en la entrada del edificio que atracó recuerda su hazaña, como un símbolo de crítica social, desobediencia civil... y orgullo local.
1906 fue un año especialmente importante para la entonces ciudad independiente de Cöpenick (todavía con “C”). Por un lado, nacía el FC Olympia, club que acabaría convirtiéndose en el actual 1. FC Union Berlin. Por otro, se gestaba un episodio que pasaría a la historia por su astucia y teatralidad y que sin quererlo, llegó a ser una crítica mordaz a una sociedad que obedecía sin preguntar, que respetaba más los símbolos que a las personas.
Friedrich Wilhelm Voigt, zapatero de profesión, decidió vestirse de capitán del ejército, aprovechando el enorme respeto que la sociedad prusiana sentía por los uniformes. Con su atuendo impecable y su autoridad fingida, reclutó a varios soldados en un bar, marchó al Ayuntamiento y acusó al alcalde de deslealtad. Mientras lo detenían, Voigt se llevaba tranquilamente los fondos públicos, una cantidad de varios miles de marcos, más que considerable para la época.
El legado del Hauptmann
La historia no terminó ahí. Voigt fue arrestado poco después, pero la presión social fue tan intensa que el mismísimo Kaiser se vio obligado a concederle el indulto. Desde entonces, Friedrich Wilhelm Voigt se convirtió en un héroe popular y símbolo de las aspiraciones republicanas en una Alemania aún marcada por la rigidez imperial.
En Köpenick, su historia se convirtió en identidad. Bares, grafitis y murales lo homenajean. Su espíritu rebelde fue adoptado por el barrio… y por el Union Berlin. En la temporada 2005/06, cuando el Union luchaba en Cuarta División, los jugadores posaron en el Ayuntamiento de Köpenick para conmemorar el centenario del robo. Fue mucho más que una sesión de fotos, fue una declaración de principios. La historia del Hauptmann no se olvida y ya forma parte del alma del club y del barrio.
Dicen que cuando a Voigt le preguntaron cómo logró engañar a todo el mundo, respondió con sencillez:
“Todo fue por el uniforme. Me lo puse… y dar órdenes fue lo más natural en ese momento.”
Más allá de lo anecdótico, la historia de Friedrich Wilhelm Voigt es también Y ese espíritu rebelde se identifica mucho tanto con el barrio de Köpenick como con el propio Union
Larga vida al Hauptmann von Köpenick.
Larga vida a Union.