De Cataluña a Berlín

Josep se mudó a Berlín en 2017. Lo hizo por amor: su pareja era berlinesa, de Schöneberg y seguidora del Hertha. “Ella siempre decía que el Union era el equipo raro, de barrio, pero de forma despectiva". cuenta entre risas. Pero esas palabras despertaron su curiosidad. Un día fue a trabajar a la zona sureste de la ciudad, bajó del S-Bahn en Köpenick y decidió dar un paseo. “Vi el lago, las calles pequeñas y tranquilas del Altstadt, la gente saludando, y me recordó a mi pueblo. Sentí que ese barrio tenía algo especial.”

Empezó a leer sobre el club, la historia de los aficionados que donaron sangre, el estadio construido con la ayuda de los hinchas y la lucha por sobrevivir cuando muchos lo daban por perdido. “Me di cuenta de que era un equipo que se siente con el corazón. que va más allá de lo deportivo. El estadio me recordó a Montilivi, en Girona: pequeño, rodeado de caminos y bosque. Me enamoró.”

Orgullo Unioner desde Girona

En sus últimas vacaciones volvió a Berlín. Caminó por el bosque junto al estadio y llegó hasta la tienda. Compró la segunda equipación negra, con la palabra Berlin en el pecho, y un polo rojo que comenzó a usar a menudo, incluso para el show de Juan Dávila. "NI lo pensé, aunque al verlo me apodaron el alemán y creí que serviría para dar visibilidad al club. Así podía demostrar que no todo es Barça, Madrid, Bayern o Dortmund, también existen equipos que llegan lejos a base de esfuerzo, como el Union.”

Aunque ahora vive en España, Josep tiene claro que su vínculo con la capital alemana sigue ahí. “Para mí, Berlín siempre será blanca y roja. Köpenick es un sitio al que siempre quiero volver.”