3 historias que hemos conocido tras el duelo ante los blanquiazules
Corazones pericos... con un hueco para el Union
El duelo ante el Espanyol nos ha dejado varias historias que no entienden de fronteras. A estos tres aficionados del conjunto catalán, el flechazo futbolístico les llevó desde la grada perica hasta simpatizar con el 1. FC Union Berlin. Historias de viajes, descubrimientos y sentimientos compartidos que demuestran que el espíritu Eisern puede calar muy lejos de Köpenick.
Dos sueños cumplidos a la vez
Para Jordi (En la imagen con su familia), el amistoso del sábado en An der Alten Försterei fue mucho más que un simple partido de pretemporada. “Ha sido un día muy especial para mí", contaba, todavía con la sonrisa de quien sabe que ha vivido algo único. "He podido cumplir dos sueños: vivir en directo un partido del Union Berlin… y verlo contra el equipo de mi corazón, el Espanyol”.
Desde la grada, rodeado de camisetas rojas y blancas, Jordi sentía que estaba en un lugar distinto. “Aquí el fútbol se vive como es el fútbol de verdad, más allá del resultado, esto es un sentimiento”. El estadio estaba prácticamente lleno, como si en vez de un amistoso veraniego se tratara de una final.
Su pasión por el Union nació hace apenas un par de años, navegando por Internet y redes sociales. Siempre le había gustado la Bundesliga, pero la historia de un club construido por sus aficionados, con un estadio en medio del bosque y una identidad tan fuerte, le atrapó. “Desde entonces me interesé mucho por su historia… y ahora puedo decir que, por fin, la he vivido desde dentro”.
Imposible resistirse al encanto Eisern
Otro Jordi, también perico, comparte la misma debilidad por los clubes que, como él dice, “son underdog en su ciudad”. Y si en Barcelona eso significa ir con el Espanyol, en Berlín no podía ser otro que el Union. “En cuanto supe que existía, me aficioné. Luego indagué más en su historia —recuerda— y no te queda otra que enamorarte: gente que sangra por el club, que construyó el estadio con sus manos, un campo en el bosque siempre lleno, villancicos en Navidad, sofás en los Mundiales… Nadie que sea futbolero puede resistirse al encanto Eisern”.
Su primer contacto serio llegó el año del ascenso a la 2. Bundesliga. Desde entonces, siguió cada paso: “El punto culminante fueron los derbis en el Olímpico con miles de hinchas visitantes, una locura. Sufrí muchísimo en la promoción contra el Stuttgart, viéndolo por TV. Casi me da algo. Y luego la trayectoria en Bundesliga… muy loco todo”.
Aún no ha estado en el An der Alten Försterei ni tiene una camiseta del club, “pero caerá más pronto que tarde”, aunque su vínculo ya es fuerte. “Espero vivirlo pronto en persona, porque sé que cuando vaya, el flechazo será aún mayor”.
Un flechazo en el río Spree
La historia de Josep con el Union empieza mucho antes, hace cerca de 25 años, en un viaje a Berlín con la que hoy es su mujer. Por aquel entonces, del fútbol berlinés apenas conocía al Hertha y algo del Dynamo y su conexión con la RDA. Hasta que un detalle, casi casual, llamó su atención.
“Íbamos paseando y vi un barco turístico navegando por el Spree. En él había un anuncio del Union, creo que era una campaña de socios. No conocía al equipo ni su historia. Al llegar a Barcelona, investigué… y me encantó lo que descubrí”.
Socio del Espanyol y aficionado a los clubes “pequeños pero grandes en historia”, Josep encontró en el Union una filosofía que le resultaba familiar: alma rebelde, autenticidad y una afición fiel que no depende de títulos. “No soy tan fanático como vosotros —bromea—, pero sin duda, el Union es mi equipo alemán”. Por eso celebró especialmente que Alex Král, ex del club berlinés, llegara a vestir la camiseta blanquiazul.
Tres historias, un mismo sentimiento
Aunque cada historia sea distinta, hay un hilo que une a estos tres aficionados: la identificación con un club que, como el Espanyol, vive más allá de los resultados. El Union Berlin, con su estadio en el bosque, su comunidad inquebrantable y su forma única de entender el fútbol, ha encontrado un hueco en estos corazones pericos.
Ya sea desde las gradas del An der Alten Försterei o siguiendo los partidos desde Barcelona, para Jordi, Jordi y Josep hay algo que no cambia: ese momento en que escuchan un “Eisern Union” y sienten que, a 1.500 kilómetros de casa, también están hablando de ellos.